Antonin Gadal
La obra de un hombre inspirado por el Espíritu
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 Introducción  
 Preámbulo  
 ¿Quién es Antonín Gadal?  
 La fuente  
 La doctrina  
 El catarismo pirenaico  
   Primeros Orígenes:  
   Dositeo y los Dositeanos  
   Simón el Mago  
   Alejandría  
   El Gran Río del Espíritu  
   El Misterio del cristianismo  
   ¿Quién es el Cristo?  
   Los Evangelios  
   El cristianismo cátaro  
   El carácter del catarismo  
   Un cristianismo trascendente  
   El maneísmo  
   La inspiración de Alejandría  
   Dos corrientes espirituales ...  
   El Paráclito es el Consolador  
   una Iglesia "paraclitiana".  
   Una religión del Espíritu  
   La gran revolución de la Gnosis  
 El catarismo y sus orígenes  
 El misterio de las grutas  
 El grial en los Pirineos  
 Grial, catarismo y rosacruz  
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Los Evangelios


El Cristo también tiene su mitología. La Iglesia se arroga el derecho de podar esta vegetación de leyendas apócrifas y sólo conserva los cuatro Evangelios: el del hombre, el león, el toro, el águila. El concilio de Nicea los declara "los únicos ortodoxos". ¡Pero la fuente de esas cuatro corrientes, el ejemplar único y original, el proto-evangelio, ha desaparecido!

Gregorio de Nizancio – obispo griego asiático del siglo IV, patriarca de Constantinopla - decía:Mateo ha escrito para los hebreos;Marco, para los romanos;Lucas, para los Helenos;Juan, para todos los pueblos del Universo".


En lugar del "Verbo", los cátaros invocaban al Paráclito.

El Evangelio de Juan constituía, aproximadamente, toda la Biblia, comenzaba su historia. El Apocalipsis de Patmos abría su epopeya. Su genio tenía el temperamento del águila, símbolo del "Boanerge" (hijo del trueno).


Por el Apóstol Juan, el "Amado del Salvador", y por su Evangelio, los cátaros eran no sólo de la más pura línea evangélica, sino incluso del más alto origen ortodoxo. Y, no obstante, ellos lo superaban por un impulso apasionado hacia el ideal cristiano más elevado. El Evangelio espiritual se vivía en el sentido de la más elevada realización: el Hombre-Espíritu.

No sólo eran místicos, sino también gnósticos.


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