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Su historia – Papá Garrigou |
Casi centenario, A. Garrigou siempre quería tener al joven Gadal junto a él, para que le leyese alguno de los extraordinarios libros que poseía en su rica biblioteca. Por su lado, A. Gadal se sentía fuertemente atraído por este hombre, a quien amaba tiernamente como a un padre, y cuyos relatos le iluminaban interiormente. Compartía la pasión de Garrigou por la historia antigua de la región y las excavaciones en las innumerables grutas. Pero, sobre todo, fueron los relatos y las leyendas concernientes a los cátaros y su herencia en el Sabartez, lo que le impresionó fuertemente e incendió su imaginación. En ellos veía ya la lucha entre el Celeste Amor, el eterno Verbo vivo en el corazón de estas fraternidades cátaras, y las potencias que gobernaban este mundo.
Era como si algo muy antiguo se hubiese vertido sobre su alma y lo despertase gradualmente. El anciano Garrigou sabía que esta herencia cátara no era una ficción, que representaba una tradición viva que contrastaba fuertemente con el frío dogmatismo y el ansia de poder de la iglesia católica romana.
Respirando desde muy joven en esta atmósfera, Gadal tomó conciencia muy pronto de la herencia espiritual de los cátaros, de los que el Sabartez guardaba celosamente muchos vestigios aún inexplorados. Al respecto dijo: “El Sabartez renacido, conducido por la mano segura de su patriarca, alza un poco la cabeza. ¡Ya era hora!”.
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