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Un pensamiento que se concreta |
Mientras tanto, el despertar cátaro comenzaba a suscitar un interés real, sobre todo, entre los medios ocultistas, teosóficos y algunos otros, principalmente germánicos y anglosajones: ¡Se evocaba Montségur!, ¡el Santo Grial! ¡Se libraban a infinitas especulaciones!
En cuanto a Gadal, parecía perseguir un objetivo completamente distinto, de otra trascendencia:
Quería revelar la faz oculta y pura de un cristianismo vivo como un camino de iniciación, para hombres y mujeres conmovidos en su alma por el “espíritu crístico”.
Esperaba su hora y proseguía discretamente su estudio sobre el terreno, en las grutas de Ussat y Ornolac donde se situaba una parte del misterio de iniciación cátaro. Tuvo la certeza de que estas numerosas grutas, que constelaban las paredes de la “Montaña Sagrada” y formaban una red de galerías subterráneas, habían jugado un papel clave en las prácticas iniciáticas de los cátaros*. Si Montségur, sublime lugar espiritual, representaba la parte visible del fenómeno cátaro (“el faro” del catarismo), las grutas de iniciación del Sabartez (“el puerto” del catarismo) eran la matriz de donde nacía el sacerdocio cátaro, la “perfección”.
* Sobre este tema, es útil leer el libro “Por el camino del Santo Grial”, de Antonin Gadal, Fundación Rosacruz, Valencia, 1996.
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